Con la
profundización de la crisis económica mundial, los gobiernos de turno y los patrones, agentes del imperialismo,
buscan descargar sobre los trabajadores
duras medidas de ajuste.
Despidos,
reducción de sueldos, aumento de la edad de jubilación, aumento de la jornada
laboral, y ataques a la organización sindical, son algunas de las medidas. Las
mismas tienen impacto y reacciones diferentes en los sectores de los
trabajadores. Un sector de funcionarios
públicos del Estado, que se trata de un
sector “privilegiado” (inteligencia, bomberos, policías,
gendarmería y FF.AA), siempre
fueron los mejor pagados porque
garantizan el orden burgués, ahora en
tiempos de crisis, también están siendo atacados en sus sueldos y derechos
laborales. Eso provoca una ola de protestas y huelgas en las fuerzas de
seguridad.
Estas
movilizaciones, abren un desafío para la izquierda socialista y revolucionaria,
¿Qué política se debe tener ante estos sucesos? ¿Qué
acciones adoptar? Nosotros del Grupo Lucha Socialista, y desde la LIT-CI
analizamos este tema, recuperando la política que tuvieron los maestros del
marxismo, en particular los del partido bolchevique Lenin y Trotsky.
Consideramos
que no es marxista, el análisis que hacen algunas organizaciones, incluso
trotskistas, que dicen que frente a todas estas luchas de las fuerzas de seguridad en defensa de sus
sueldos, derechos laborales, y en algunos casos hasta por el derecho a
sindicalizase, hay que oponerse porque es “darles más recursos es generar
mejores condiciones para que repriman al pueblo trabajador” Y por esta
estrechez política, absolutamente coyuntural, organizaciones como el PTS
argentino y su grupo en Bolivia (LORCI),
terminan poniéndose del lado de los planes de ajuste de los
gobiernos. Más aún, terminan apoyando la represión y persecución de los
gobiernos a los integrantes de las fuerzas de seguridad que participan de
huelgas.
En
Bolivia, Evo Morales está trasladando a los rincones del país a los integrantes
de la baja ofcialidad que estuvieron a la cabeza del motín policial en el mes
de junio, que se insubordinaron contra la alta ofcialidad de
las tropas. Nosotros rechazamos ésta cacería de brujas, más bien defendemos el
derecho de que la baja ofcialidad pueda organizarse fuera de la Anssclapol,
controlada por gente afín al gobierno, y exigimos a los que luchan que no
repriman más a las movilizaciones. Pero la visión formal de los compañeros
del PTS de "menor sueldo menor represión”
los hace quedar del lado del gobierno, en los ataques y en la
represión.
El
carácter de las fuerzas represivas, sus contradicciones de clase y la política
marxista para destruirlas
Ratifcamos
que desde un punto de vista de los principios y programa revolucionario, fue
correcto que el MAS ecuatoriano apoye la
revuelta de la policía en Ecuador el 2010 en contra de un plan de ajuste
del gobierno de Correa. Al igual que fue correcto
que el PSTU brasilero apoye la huelga de
Bomberos en Rio de Janeiro seguida por los policías que reclamaron mejores salarios. Que Corriente Roja en el Estado
Español apoye el hecho de que 546
agentes de la Policía Nacional dieron la
espalda a las autoridades catalanas en apoyo a compañeros que protestaban contra
los recortes del gobierno y se sumaran a las protestas. Y también el PSTU
argentino apoyar a la huelga de los
policías de la provincia de Santa Cruz por aumento salarial. También
reafrmamos
nuestra posición
frente al motín policial
(Lucha Socialista N° 29).
Lenin
consideraba que las fuerzas del orden son “destacamentos de
hombres armados” al servicio
de la clase
dominante para reprimir a las clases explotadas. Y por
eso, Lenin al igual que Trotsky, consideraban que era imposible recuperarlas y
proponían su destrucción. Sin embargo, ambos reconocían que dentro de las fuerzas de seguridad burguesas existen
contradicciones de clases
y habría que saber
aprovecharlas para separar a las bases de las cúpulas, y traerlas al lado del
pueblo.
“Es
obvio que no se puede hablar de una
lucha seria mientras la
revolución no gane a las masas y al ejército mismo. Evidentemente, el trabajo realizado entre el ejército es
imprescindible (…) No debemos predicar la pasividad ni la simple “espera” del momento en que la tropa “se
pase” a nuestro lado. ¡No!, debemos tocar los
tambores y proclamar la necesidad de la ofensiva intrépida, del ataque a
mano armada, la necesidad de exterminar a los jefes y de luchar con la mayor
energía por la conquista del ejército vacilante (…)” .[1]
Pero
Trotsky es más categórico aún al afrmar que: “(…) La tarea de la
insurrección consiste, desde su inicio, en traer a las tropas para su lado” .
Los
que reniegan del marxismo
Hemos
visto que para Lenin y Trotsky había que hacer un trabajo permanente para
intensifcar la división en las fuerzas del orden. Nosotros, cuando apoyamos
estas luchas que se chocan con sus gobiernos y generan una división entre la ofcialidad y las tropas de bajo rango,
estamos aplicando la política bolchevique. No desconocemos el papel
contrarrevolucionario de las instituciones del orden, no apoyamos a la policía,
o las FF.AA. cómo instituciones. Al contrario, aprovechamos el rol
progresivo de su lucha al oponerse a las políticas gubernamentales de ajuste,
para levantar un programa de total democratización de las fuerzas armadas y de
seguridad, buscando intensifcar la insubordinación.
Ahí
reside la gran diferencia entre nosotros y el PTS, y la LORCI. Los compañeros
ante estas luchas solamente contestan: “son huelgas reaccionarias, no las apoyamos. ¡Defendemos
la destrucción de las fuerzas del orden!”. En uno de los últimos comunicados
del PTS, su dirigente Christian Castillo afrma: “Es una ilusión pensar que
estas fuerzas represivas pueden dividirse hoy… La historia ha mostrado que la
división y el quiebre de las fuerzas
represivas y el pasaje de parte de ellas del lado de los explotados sólo puede
tener lugar en situaciones de aguda lucha de clase y cuando los trabajadores tienen capacidad de organizar su
propia autodefensa” .
No es lo
que opinaban Lenin y Trotsky, que incluso están de acuerdo en que la III
Internacional presente como una de las condiciones
para admitir partidos revolucionarios en su seno: “4º. El deber de propagar
las ideas comunistas implica la necesidad absoluta de realizar una propaganda y
una agitación sistemática y perseverante entre las tropas” .
La
política del PTS y LORCI va en el sentido contrario y por eso cae en el
espontaneísmo y pacifsmo. Al considerar que las FF.AA. y de seguridad no pueden
dividirse, dejando el problema estratégico de cómo enfrentar la represión
burguesa postergada para el momento de la insurrección. No hay nada más
antimarxista!
1.
Declaración del PTS argentino el 3/10/12 ante la protesta
de
efectivos de la Prefectura Nacional y Gendarmería
2. Lenin,
El Estado y la Revolución,
3. V.I.
Lenin, “Las lecciones de la
insurrección de diciembre
de 1905
en Moscú”. Extraído de Correo
Internacional N°
6,
Tercera Época.
4. V.I.
Lenin, “Las lecciones de la
insurrección de diciembre
de 1905
en Moscú”. Idem.
5.
Declaración del PTS, 3/10/12.
6.
Resoluciones del 2.° Congreso de la III Internacional. Ex-
traído de
Correo Internacional N° 6, Tercera
Época.
Fuente: Lucha Socialista (sección Boliviana de la LIT)
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Fuente: Lucha Socialista (sección Boliviana de la LIT)
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Apoyamos a los prefectos y gendarmes en lucha
Escrito por PSTU - Argentina |
Las
asambleas y concentraciones del personal subalterno de Gendarmería y
Prefectura, que amenazó extenderse a otras Fuerzas Armadas, provocó un
terremoto político.
Cuando
los agentes cobraron con descuentos del 30 al 60%, estalló la bronca
contenida y el repudio a los mandos de las fuerzas y al gobierno
nacional: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. Las acciones
se extendieron a todo el país, e impactaron sobre la Armada y la fuerza
Aérea. El gobierno expulsó a las cúpulas y retrocedió con el descuento,
responsabilizando a una “mano negra” que habría liquidado mal,
intencionalmente, los haberes. Pero no logró desmontar el conflicto, que
continuó por salario y otras reivindicaciones.
Inmediatamente
desde las altas esferas de gobierno, bajo la batuta del ministro Abal
Medina, se intentó meter en un mismo paquete estas demostraciones con
los cacerolazos, Clarín, y la marcha a Plaza de Mayo de CTA y CGT del 10
de junio la Biblia junto al Calefón para desacreditar la lucha y lavar
la responsabilidad propia.
Y,
aunque no hablaron de “golpe”, buscaron que la población sacara esa
conclusión. Hablaron de “mala liquidación del Decreto para soliviantar a
la tropa”. La diputada oficialista Juana Di Tullio denunció: “hay un
intento de desestabilización”.
La
Cámpora y demás organizaciones cristinistas pintaron en todo el país
“con la democracia no se jode”. En el Congreso, todos los partidos
patronales –con la excepción de Lozano, De Gennaro y Pino Solanas
firmaron un documento “en defensa de las instituciones y apoyo a la
democracia”.
Unidad patronal en la condena
Pocas
veces se vio tanta unidad. Todos hablaron de “reclamo justo”, pero de
un “método que no corresponde”. En el Congreso, los kirchneristas junto
al macrista Federico Pinedo elaboraron una declaración que insta “a las
fuerzas de seguridad y otras a adecuar sus acciones a pautas de
funcionamiento democrático y subordinación a las autoridades
legítimamente constituidas, en un todo de acuerdo con la Constitución
Nacional” (Clarín – 410). Fue firmado por Macri, Scioli, todo el
kirchnerismo, Binner, la UCR, y hasta sectores de “izquierda” como
Victoria Donda. Y todos pidieron a los insubordinados que “se vayan a su
casa”, que “se tranquilicen”. Los medios de difusión –desde los
oficialistas a Clarín compartieron la necesidad de frenar la protesta y
restablecer la cadena de mandos.
Caló,
flamante Secretario General de la CGT Balcarce, primero apoyó a los
agentes, y luego de recibir órdenes “desde arriba” se desdijo. Yasky, de
la CTA oficialista, ni siquiera dudó: compró rápidamente los “6, 7, 8”
argumentos que le llovieron desde el gobierno.
En
sectores minoritarios del activismo se vio alguna confusión, producto
de una legítima desconfianza en esas instituciones, que todos los días
reprimen, y del discurso oficial y la unidad de todas las fuerzas
políticas patronales. Lamentablemente, desde la izquierda algunos
partidos, con argumentos diferentes, se sumaron al coro de Macri y el
gobierno para condenar a los agentes rebeldes.
La
unidad “por arriba”, contrastó con el sentimiento por abajo. En
fábricas, escuelas y lugares de trabajo y estudio, se notó simpatía por
la protesta. En general, más allá de la bronca que hay hacia las
instituciones armadas, su prepotencia y corrupción, la inmensa mayoría
sacó una conclusión opuesta a la que le quisieron vender: era un reclamo
salarial, no una “amenaza a la democracia”.
En
la vereda opuesta a los partidos que firmaron la declaración, Moyano
apoyó a los prefectos y gendarmes. La CTA Micheli, y Víctor De Gennaro,
también, reclamando a la vez el derecho a la sindicalización. Y nuestro
partido, dentro de un reducido grupo de fuerzas políticas, apoyó
decididamente a la insubordinación y el reclamo.
Desde
esa posición llamamos a la CTA y CGT Moyano a ser consecuentes con su
apoyo, y que convocara a los prefectos y gendarmes a la movilización del
10, para reclamar su sindicalización. Y su subordinación, no a las
“instituciones y autoridades legítimamente constituídas”, sino a las
centrales obreras. Y llamamos a toda la izquierda a repudiar juntos la
declaración de los partidos con representación parlamentaria, y apoyar
la rebelión de las bases de Gendarmería y Prefectura.
No
había lugar a medias tintas. O se está en defensa de las instituciones,
por la recuperación de la “cadena de mandos” y por la derrota de los
efectivos de base, o se los apoya contra todo el régimen político. Esta
definición requiere claridad sobre la medida.
¿Qué
hay detrás de todo esto? ¿Es cierto que hubo un intento de golpe, o de
desestabilización? ¿O una amenaza a las libertades democráticas? Nada de
eso. La protesta no amenazó la “democracia”, ni menos aún las
libertades democráticas.
Una lucha salarial…
Todo comenzó contra los descuentos, y luego exigiendo $7.000 de salario. Desde el comienzo, los voceros fueron categóricos: “estamos a favor de la democracia y protestamos en forma pacífica”. Y han dicho más aún: “esta protesta es igual a la de cualquier trabajador”.
Lo que ocurre es que el gobierno, en nombre del ajuste que descarga
sobre el conjunto de los trabajadores que dependen del Estado a nivel
nacional, de las provincias y municipios, ahora golpeó a la base de las
fuerzas represivas.
Para
contar con recursos para pagar la deuda a los bancos internacionales y
los subsidios a sus patronales amigas, tanto nacionales como
multinacionales, reduce los presupuestos de salud, educación, justicia. Y
ahora también los salarios de los agentes de las fuerzas Armadas y de
Seguridad. Los Decretos 1305 y 1307, más allá de excusas, fueron un
ajuste. Que, como los agentes rebeldes señalaron, perjudican a los “de
abajo” y benefician a las cúpulas. La pérdida salarial fue la “gota que
colmó el vaso”, y el conflicto estalló. Es una situación inédita: jamás
en estas fuerzas había ocurrido algo así.
…y mucho más
Sin
embargo, no es solo el salario. Las declaraciones mostraron otros
problemas. El maltrato y la humillación a que los someten sus
superiores. El hastío de que los usen para reprimir las luchas obreras,
haciéndolos odiados por el conjunto de los trabajadores y el pueblo, es
decir, por sus propias esposas, familiares, vecinos del barrio, maestras
de sus chicos. La muerte en accidente de 9 agentes luego de
movilizarlos para la –frustrada represión a los “Dragones” del Chubut es
parte de esta bronca.
La
ruptura de la cadena de mandos no es solo por “la plata”. Hay una
brutal desconfianza en las cúpulas. El reclamo de una “Comisión
negociadora” de las bases para resolver salarios y condiciones de
tareas, es mucho más que un intento de sindicalización. Es directamente
la ruptura de la cadena de mandos, y la semilla de “outra cadena de
mandos”, una representación directa de las bases. Algo inaceptable en um
estado capitalista, en que toda la estructura del Estado descansa en la
fuerza represiva de su columna vertebral, sus fuerzas armadas.
Mentiras oficiales
El
gobierno intentó desacreditar el movimiento. Lo acusó de
desestabilizador y golpista, comparándolo tramposamente con los motines
carapintadas del pasado. Y que este conflicto “atenta contra las
libertades democráticas”. Una jueza de la Corte Suprema declaró: “No
pueden manifestar ni salir a las calles armados”.
Pero nada de eso es verdad
Gendarmería
y Prefectura son las fuerzas preferidas del gobierno. Ante el fracaso
de las policías provinciales, su descomposición y falta de disciplina
–existen numerosos sindicatos policiales en formación y las huelgas son
frecuentes, apeló a estas fuerzas para contener y reprimir las luchas
obreras y populares. Las usó en Cerro Dragón, contra los petroleros y
obreros fabriles, contra desocupados y trabajadores estatales y
docentes.
Se
envió a Gendarmería a suplantar a los policías de Santa Cruz en huelga,
como carneros. Y es Gendarmería la responsable del Proyecto X, el
servicio de espionaje de luchadores y activistas políticos y sindicales
del gobierno.
Hasta
ahora, Prefectura y Gendarmería aparecían más aptas, más profesionales y
eficientes, para cumplir ese rol fundamental para el Estado capitalista
y la defensa de los intereses de empresas y capitales. Cuando funcionan
bien, es cuando mejor cumplen su rol represor, es decir, cuando mejor
atentan contra las libertades democráticas.
Para eso, necesitan el pleno funcionamiento de la cadena de mandos, la mayor disciplina. Y la confianza –o la combinación de confianza y temor en la superioridad. Este conflicto demuestra que la cadena estaba fracturada. Y ahora es una “fractura expuesta” ante los trabajadores y el pueblo.
La
protesta, lejos de atentar contra las libertades democráticas, nos da
mejores condiciones a los trabajadores para defender y profundizar
nuestras propias libertades, comenzando por nuestro derecho de huelga y
reclamo. Y nos hace más fuertes frente a la represión que estas fuerzas
seguirán descargando, ahora con menos disciplina y menos confianza
interna. Como dijo Julio, un Ayudante de Primera de Prefectura, a
Clarín: “hay maltrato, porque los jefes nunca tuvieron compasión…”. Con esa moral, están muy mal para reprimirnos.
Y
si lograran imponer su Comisión Negociadora, o sindicalizarse –o
continúan la pelea por conseguirlo- esas serán ventajas en manos de los
trabajadores. Será un paso en el camino a la liquidación del aparato
represivo del Estado. Cuanto menos disciplina, menos Proyecto X y menos
represión.
No
es cierto que la indisciplina y la insubordinación de las bases fomenta
el golpismo. No hay nada más golpista que las cúpulas de las fuerzas
Armadas y de Seguridad. Y nunca hubo golpes reaccionarios comandados por
suboficiales y tropa sublevada.
Por
eso, debemos apoyarlos, reclamándoles a la vez que se nieguen a
reprimir. Debemos fomentar su desconfi anza en las jerarquías, su
negativa a cumplir órdenes por “obediencia debida”. Y la
sindicalización, la unidad con los trabajadores, los lazos con la clase
obrera. Una nueva subordinación: como bases de las fuerzas, a las
centrales obreras, para enfrentar a sus cúpulas.
El carácter del conflicto
La rebelión fue por salario y condiciones de trabajo. Pero eso no explica sus características, virulencia y profundidad.
Es
necesario ver, como telón de fondo, procesos combinados: la caída de la
dictadura en 1982, el argentinazo del 2001, las luchas obreras de los
últimos años, para comprenderlo. Y también la crisis económica mundial y
sus efectos. No alcanza con la rebaja salarial para provocar un
conflicto así. La insistencia en clarificar que sus objetivos no fueron
desestabilizadores, se explican por el odio popular a las dictaduras,
que no deja lugar para la utilización de este conflicto por parte de
sectores golpistas.
A
la vez, el estallido asambleario y el resquebrajamiento del régimen
político producto del argentinazo del 2001, dieron sus características
asamblearias al movimiento. Y también explican que un jefe pueda ser
corrido a patadas por sus insubordinados, y que la opción de reprimirlos
no sea viable. Gendarmería y Prefectura están siendo utilizadas como
fuerza policial, porque las policías no son confiables, y las Fuerzas
Armadas, en especial el Ejército, están desprestigiados completamente
ante la sociedad. La lucha obrera y popular obligó al gobierno a apelar a
estas fuerzas para reprimir. Es que los policías son “del lugar” y se
les dificulta reprimir a sus propios vecinos, que al otro día los cruzan
en la escuela de los pibes o en el mercado. Por otro lado, es parte del
intento de prestigiar al conjunto de las Fuerzas, en el marco del cual
se envía a Ejército y Armada a participar de operativos de reparto de
alimentos en barrios carenciados.
A
la vez, la crisis mundial está provocando procesos de ajuste en todos
los países. Y como parte de ellos, se dan estallidos similares. En
Brasil, Ecuador, Bolivia, hubo en los últimos años huelgas policiales y
de fuerzas de seguridad, que tomaron algunos métodos de la clase
trabajadora: la huelga, la movilización, el piquete. En España o
Alemania, los agentes rasos se movilizan junto a los trabajadores. En
nuestro país, delegaciones policiales marcharon junto a los estatales en
distintas provincias.
Vienen perdiendo
Todo
eso se combina con la desmoralización provocada por el enfrentamiento
constante con las luchas obreras y populares. Hace varios años que los
usan para reprimir, pero las luchas continúan cada vez más fuertes, y el
Estado no logra frenarlas.
De
todas ellas, la de Cerro Dragón fue un caso testigo. Fueron movilizados
cientos de gendarmes, no pudieron reprimir porque fueron enfrentados
por los trabajadores, que con palas retroescavadoras y herramientas de
trabajo los hicieron volver atrás. Y cuando volvían a sus casas, después
de movilizarse y retroceder, murieron 9 gendarmes en un accidente. En
incontables casos, los movilizan para atemorizar, pero si los
trabajadores “se plantan”, los gendarmes son retirados. En términos
militares “se rinden sin pelear”. Todo esto provoca una gran
desmoralización en las fuerzas, una gran desconfianza en las cúpulas y
el gobierno.
Mandaron
a esas fuerzas a reprimir la lucha obrera y popular, y volvieron
“infectadas” por el enemigo que combatieron. Por eso, se reclaman
trabajadores, y reivindican los métodos de los trabajadores.
En
síntesis, Gendarmería y Prefectura están siendo utilizadas hace años
para reprimir y controlar las luchas obreras. Y están siendo derrotadas
por la lucha que no cesa. Esta “fractura expuesta” solo puede entenderse
por un prolongado ascenso obrero y popular, y el desgaste que está
imponiendo a las fuerzas represivas.
Hoy
se está dando una lucha clave alrededor de este confl icto. Es una
pelea “por la base de las fuerzas represivas”. De un lado, los
trabajadores que los derrotamos cuando no logran reprimir nuestras
luchas, y ahora queremos que derroten a sus cúpulas. Del otro, el Estado
burgués, las jerarquías, el gobierno y todos los partidos del régimen,
para someterlos e imponerles nuevamente la cadena de mandos. De allí, la
unidad de todos los sectores patronales ante el conflicto.
PTS y MAS: ¿Con la base o con las cúpulas?
Ambos
partidos se han ubicado contra la rebelión. Señalan que son
instituciones represivas, y que como tales no cambiarán. Es cierto, pero
eso no explica su posición ante el actual confl icto.
Dicen que las fuerzas armadas y de seguridad “Solo se quiebran por la acción revolucionaria del movimiento obrero”.
Nos parece que los compañeros no ven que detrás de este conflicto está
la acción de los trabajadores y el pueblo, que vienen desgastando y
provocando crisis y divisiones en las fuerzas represivas, que se “ha
metido la lucha de clases en su seno”.
Para
poder debatir, es necesario que lleven sus posiciones a lo concreto.
Ambos dicen que el triunfo de las demandas solo serviría para fortalecer
el rol represivo de sus respectivas instituciones. Que por lo tanto, es
una lucha “reaccionaria” y no “progresiva”.
Si
eso es así, entonces deben pelear por la derrota de la rebelión, y
llamar a la más amplia unidad de acción para enfrentar a los agentes
insurrectos.
En
ese caso, deben ser directos y claros. Habría que llamar a toda la
clase trabajadora a enfrentarlos; a Caló y Yasky, que se han pronunciado
en contra, a un paro general para someterlos, obligarlos a subordinarse
a las cúpulas y el orden establecido. Si siguen con sueldos bajos, los
trabajadores vamos a estar mejor.
El MAS avanza más allá. Dice: “…su
acción se está transformando en un planteo que está cuestionando a las
autoridades constituidas, con lo cual tiende a adquirir una dinámica que
es peligrosa (…) inevitablemente adquiere un carácter político que
rebasa el aspecto “reivindicativo” y que tiene que ver con el plantarse
de dicho aparato frente al propio régimen de democracia de los ricos
desde la derecha”.
Pero
un cuestionamiento “a las autoridades constituídas” por derecha y con
una “dinámica peligrosa” frente al “régimen de democracia” ¿qué es? ¿Un
intento de golpe, una sublevación para imponer un régimen más de derecha
que esta “democracia para ricos”?
Ante
algo así, los revolucionarios solo pueden tener una política: llamar a
la más amplia unidad de acción para enfrentarlo, hasta “con Dios y con
el Diablo”. Deberían llamar a una movilización con La Cámpora, Macri, la
UCR, Caló y todos ellos, para derrotarlos., y “defender el régimen
democrático” contra algo así.
Ejes para un programa
Para
disolver el aparato represivo, los trabajadores necesitan dotarse de un
programa y una política para las FFAA y de Seguridad. Estos son algunos
de sus ejes.
1)
Por la inmediata baja, juicio y castigo de todo elemento que actuara
durante la dictadura, así como en crímenes de “gatillo fácil”, actos de
corrupción o delitos.
2)
Plenos derechos sindicales y políticos para tropa y subofi cialidad.
Por sindicatos y comisiones con total independencia de jefes y ofi
ciales. Por paritarias con representantes electos en la base, y pleno
derecho a huelga. Dos requisitos reclamamos a esos sindicatos:
pronunciarse contra la represión a los trabajadores y el pueblo, y
contra todo golpe o atentado a las libertades democráticas.
3)
Por dotar de un carácter antimperialista a las FFAA y de Seguridad. Por
Malvinas, por la lucha contra quienes nos saquean y colonizan. Contra
la OTAN y los pactos con el imperialismo. Contra los ejercicios
conjuntos, y por la retirada de la IV Flota Americana de nuestros mares.
Por la retirada de las tropas argentinas de la MINUSTAH, fuerza de
ocupación al hermano país haitiano. Gendarmería y Prefectura: a
custodiar fronteras y mares, y no reprimir luchas o patrullar barrios
pobres.
4)
Instrucción militar obligatoria para toda la población, de tres meses,
en lugares de trabajo y estudio, bajo control de organizaciones
sindicales y estudiantiles.
5) Disolución inmediata de todos los servicios de inteligencia y programas como Proyecto X.
6)
Elección por las bases de los jefes militares. Elección popular de los
jefes policiales, y control obrero y popular de comisarías y unidades.
El conflicto día a día
4 de septiembre
El
gobierno dicta los decretos 1305 (para Ejército, Armada y Fuerza Aérea)
y 1307 (para Prefectura y Gendarmería), con el objetivo de ordenar el
esquema salarial. Es un ajuste como el que afecta a todos los empleados
del estado.
2 de octubre
Los
agentes cobran con fuertes descuentos, que afectan más a los escalones
más bajos. Los prefectos se concentran frente al Edificio Guardacostas.
Hay manifestaciones en Capital, Buenos Aires y Santa Cruz. El Secretario
de Seguridad Sergio Berni negocia sin éxito.
3 de octubre
Se
suman los Gendarmes, que concentran frente al Edificio Centinela. El
gobierno echa a los jefes y retrocede con el descuento. Pero el
conflicto continúa, por $7.000 de mínimo. Y exigen una Comisión Conjunta
de Negociación, con representantes del personal (algo inédito en las
fuerzas armadas y de seguridad). El Prefecto General Norberto Venturini
es corrido a patadas por los prefectos. El conflicto se extiende a
Córdoba, Santa Fe, Chaco, Mendoza.
Doscientos
subofi ciales de la Armada se pliegan y concentran frente al Edificio
Libertad, bloqueando la salida de sus jefes. Denuncian que los decretos
favorecieron a la alta oficialidad: un Capitán de Navío cobra 24.000
pesos.
En
el Congreso, el gobierno y la mayoría de la oposición política patronal
votan una resolución por el respeto a las instituciones y la
Constitución, enfrentando el reclamo.
4 de octubre
Se
endurece el conflicto. Un sector de la Fuerza Aérea protesta frente al
Edificio Cóndor. En San Juan, esposas de subofi ciales del Ejército
reclaman frente al Regimiento de Infantería de Montaña 22.
5 de octubre
Son sancionados 8 gendarmes voceros del conflicto. El gobierno se juega a desgastar el conflicto.
9 de octubre
El conflicto se enfría, cesan las concentraciones.
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