sábado, 20 de octubre de 2012

La política de Lenin y Trotsky sobre las fuerzas de seguridad




Con la profundización de la crisis económica mundial, los gobiernos de turno y  los patrones, agentes del imperialismo, buscan  descargar sobre los trabajadores duras medidas de ajuste.
Despidos, reducción de sueldos, aumento de la edad de jubilación, aumento de la jornada laboral, y ataques a la organización sindical, son algunas de las medidas. Las mismas tienen impacto y reacciones diferentes en los sectores de los trabajadores. Un sector de  funcionarios públicos del Estado, que se  trata de un sector  “privilegiado”  (inteligencia, bomberos, policías, gendarmería y FF.AA), siempre  fueron  los mejor pagados porque garantizan el orden  burgués, ahora en tiempos de crisis, también están siendo atacados en sus sueldos  y derechos  laborales. Eso provoca una ola de protestas y huelgas en las fuerzas de seguridad.

Estas movilizaciones, abren un desafío para la izquierda socialista y revolucionaria, ¿Qué política se debe tener ante estos sucesos? ¿Qué acciones adoptar? Nosotros del Grupo Lucha Socialista, y desde la LIT-CI analizamos este tema, recuperando la política que tuvieron los maestros del marxismo, en particular los del partido bolchevique Lenin y Trotsky.  

Consideramos que no es marxista, el análisis que hacen algunas organizaciones, incluso trotskistas, que dicen que frente a todas estas luchas de las  fuerzas de seguridad en defensa de sus sueldos, derechos laborales, y en algunos casos hasta por el derecho a sindicalizase, hay que oponerse porque es “darles más recursos es generar mejores condiciones para que repriman al pueblo trabajador” Y por esta estrechez política, absolutamente coyuntural, organizaciones como el PTS argentino y su grupo en Bolivia (LORCI),
terminan poniéndose del  lado de los planes de ajuste de los gobiernos. Más aún, terminan apoyando la represión y persecución de los gobiernos a los integrantes de las fuerzas de seguridad que participan de huelgas.

En Bolivia, Evo Morales está trasladando a los rincones del país a los integrantes de la baja ofcialidad que estuvieron a la cabeza del motín policial en el mes de  junio, que se  insubordinaron contra la alta ofcialidad de las tropas. Nosotros rechazamos ésta cacería de brujas, más bien defendemos el derecho de que la baja ofcialidad pueda organizarse fuera de la Anssclapol, controlada por gente afín al gobierno, y exigimos a los que luchan que no repriman más a las movilizaciones. Pero la visión formal de los compañeros del PTS de "menor sueldo menor represión”  los hace quedar del lado del gobierno, en los ataques y en la represión.


El carácter de las fuerzas represivas, sus contradicciones de clase y la política marxista para destruirlas 
Ratifcamos que desde un punto de vista de los principios y programa revolucionario, fue correcto que el MAS ecuatoriano apoye la  revuelta de la policía en Ecuador el 2010 en contra de un plan de ajuste del gobierno de Correa. Al igual que fue correcto que el PSTU brasilero apoye  la huelga de Bomberos en Rio de Janeiro seguida por los policías que reclamaron mejores  salarios. Que Corriente Roja en el Estado Español apoye el hecho de que  546 agentes de  la Policía Nacional dieron la espalda a las autoridades catalanas en apoyo a compañeros que protestaban contra los recortes del gobierno y se sumaran a las protestas. Y también el PSTU argentino apoyar a la huelga  de  los  policías de la provincia de Santa Cruz por aumento salarial. También reafrmamos
nuestra  posición  frente  al motín  policial  (Lucha Socialista N° 29).

Lenin consideraba que las fuerzas del orden son “destacamentos  de  hombres  armados”  al servicio  de  la  clase  dominante  para  reprimir a las clases explotadas. Y por eso, Lenin al igual que Trotsky, consideraban que era imposible recuperarlas y proponían su destrucción. Sin embargo, ambos reconocían que dentro de  las fuerzas de seguridad burguesas existen contradicciones de clases y habría que saber aprovecharlas para separar a las bases de las cúpulas, y traerlas al lado del pueblo. 
     
Es obvio que no se puede hablar de una  lucha seria mientras  la revolución no gane a las masas y al ejército mismo. Evidentemente, el  trabajo realizado entre el ejército es imprescindible (…) No debemos predicar la pasividad ni la simple  “espera” del momento en que la tropa “se pase” a nuestro lado. ¡No!, debemos tocar los  tambores y proclamar la necesidad de la ofensiva intrépida, del ataque a mano armada, la necesidad de exterminar a los jefes y de luchar con la mayor energía por la conquista del ejército vacilante (…)” .[1] 
Pero Trotsky es más categórico aún al afrmar que: “(…) La tarea de la insurrección consiste, desde su inicio, en traer a las tropas para su lado” .

Los que reniegan del marxismo
Hemos visto que para Lenin y Trotsky había que hacer un trabajo permanente para intensifcar la división en las fuerzas del orden. Nosotros, cuando apoyamos estas luchas que se chocan con sus gobiernos y generan una división entre  la ofcialidad y las tropas de bajo rango, estamos aplicando la política bolchevique. No desconocemos el papel contrarrevolucionario de las instituciones del orden, no apoyamos a la policía, o las FF.AA. cómo instituciones. Al contrario, aprovechamos el rol progresivo de su lucha al oponerse a las políticas gubernamentales de ajuste, para levantar un programa de total democratización de las fuerzas armadas y de seguridad, buscando intensifcar la insubordinación.

Ahí reside la gran diferencia entre nosotros y el PTS, y la LORCI. Los compañeros ante estas luchas solamente contestan: “son huelgas  reaccionarias, no las apoyamos. ¡Defendemos la destrucción de las fuerzas del orden!”. En uno de los últimos comunicados del PTS, su dirigente Christian Castillo afrma: “Es una ilusión pensar que estas fuerzas represivas pueden dividirse hoy… La historia ha mostrado que la división y el quiebre de  las fuerzas represivas y el pasaje de parte de ellas del lado de los explotados sólo puede tener lugar en situaciones de aguda lucha de clase y cuando los  trabajadores tienen capacidad de organizar su propia autodefensa” .

No es lo que opinaban Lenin y Trotsky, que incluso están de acuerdo en que la III Internacional presente como una de las condiciones para admitir partidos revolucionarios en su seno: “4º. El deber de propagar las ideas comunistas implica la necesidad absoluta de realizar una propaganda y una agitación sistemática y perseverante entre las tropas” . 

La política del PTS y LORCI va en el sentido contrario y por eso cae en el espontaneísmo y pacifsmo. Al considerar que las FF.AA. y de seguridad no pueden dividirse, dejando el problema estratégico de cómo enfrentar la represión burguesa postergada para el momento de la insurrección. No hay nada más antimarxista!


1. Declaración del PTS argentino el 3/10/12 ante la protesta
de efectivos de la Prefectura Nacional y Gendarmería
2. Lenin, El Estado y la Revolución,
3. V.I. Lenin, “Las  lecciones de  la  insurrección de diciembre
de 1905 en Moscú”.  Extraído de Correo Internacional N°
6, Tercera Época.
4. V.I. Lenin, “Las  lecciones de  la  insurrección de diciembre
de 1905 en Moscú”.  Idem.
5. Declaración del PTS,  3/10/12.
6. Resoluciones del 2.° Congreso de la III Internacional. Ex-
traído de Correo  Internacional N° 6, Tercera Época.

Fuente:  Lucha Socialista (sección Boliviana de la LIT)

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Apoyamos a los prefectos y gendarmes en lucha


Escrito por PSTU - Argentina   

Las asambleas y concentraciones del personal subalterno de Gendarmería y Prefectura, que amenazó extenderse a otras Fuerzas Armadas, provocó un terremoto político.

Cuando los agentes cobraron con descuentos del 30 al 60%, estalló la bronca contenida y el repudio a los mandos de las fuerzas y al gobierno nacional: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. Las acciones se extendieron a todo el país, e impactaron sobre la Armada y la fuerza Aérea. El gobierno expulsó a las cúpulas y retrocedió con el descuento, responsabilizando a una “mano negra” que habría liquidado mal, intencionalmente, los haberes. Pero no logró desmontar el conflicto, que continuó por salario y otras reivindicaciones.

Inmediatamente desde las altas esferas de gobierno, bajo la batuta del ministro Abal Medina, se intentó meter en un mismo paquete estas demostraciones con los cacerolazos, Clarín, y la marcha a Plaza de Mayo de CTA y CGT del 10 de junio la Biblia junto al Calefón para desacreditar la lucha y lavar la responsabilidad propia.

Y, aunque no hablaron de “golpe”, buscaron que la población sacara esa conclusión. Hablaron de “mala liquidación del Decreto para soliviantar a la tropa”. La diputada oficialista Juana Di Tullio denunció: “hay un intento de desestabilización”.

La Cámpora y demás organizaciones cristinistas pintaron en todo el país “con la democracia no se jode”. En el Congreso, todos los partidos patronales –con la excepción de Lozano, De Gennaro y Pino Solanas firmaron un documento “en defensa de las instituciones y apoyo a la democracia”.

Unidad patronal en la condena

Pocas veces se vio tanta unidad. Todos hablaron de “reclamo justo”, pero de un “método que no corresponde”. En el Congreso, los kirchneristas junto al macrista Federico Pinedo elaboraron una declaración que insta “a las fuerzas de seguridad y otras a adecuar sus acciones a pautas de funcionamiento democrático y subordinación a las autoridades legítimamente constituidas, en un todo de acuerdo con la Constitución Nacional” (Clarín – 410). Fue firmado por Macri, Scioli, todo el kirchnerismo, Binner, la UCR, y hasta sectores de “izquierda” como Victoria Donda. Y todos pidieron a los insubordinados que “se vayan a su casa”, que “se tranquilicen”. Los medios de difusión –desde los oficialistas a Clarín compartieron la necesidad de frenar la protesta y restablecer la cadena de mandos.

Caló, flamante Secretario General de la CGT Balcarce, primero apoyó a los agentes, y luego de recibir órdenes “desde arriba” se desdijo. Yasky, de la CTA oficialista, ni siquiera dudó: compró rápidamente los “6, 7, 8” argumentos que le llovieron desde el gobierno.

En sectores minoritarios del activismo se vio alguna confusión, producto de una legítima desconfianza en esas instituciones, que todos los días reprimen, y del discurso oficial y la unidad de todas las fuerzas políticas patronales. Lamentablemente, desde la izquierda algunos partidos, con argumentos diferentes, se sumaron al coro de Macri y el gobierno para condenar a los agentes rebeldes.

La unidad “por arriba”, contrastó con el sentimiento por abajo. En fábricas, escuelas y lugares de trabajo y estudio, se notó simpatía por la protesta. En general, más allá de la bronca que hay hacia las instituciones armadas, su prepotencia y corrupción, la inmensa mayoría sacó una conclusión opuesta a la que le quisieron vender: era un reclamo salarial, no una “amenaza a la democracia”.

En la vereda opuesta a los partidos que firmaron la declaración, Moyano apoyó a los prefectos y gendarmes. La CTA Micheli, y Víctor De Gennaro, también, reclamando a la vez el derecho a la sindicalización. Y nuestro partido, dentro de un reducido grupo de fuerzas políticas, apoyó decididamente a la insubordinación y el reclamo.

Desde esa posición llamamos a la CTA y CGT Moyano a ser consecuentes con su apoyo, y que convocara a los prefectos y gendarmes a la movilización del 10, para reclamar su sindicalización. Y su subordinación, no a las “instituciones y autoridades legítimamente constituídas”, sino a las centrales obreras. Y llamamos a toda la izquierda a repudiar juntos la declaración de los partidos con representación parlamentaria, y apoyar la rebelión de las bases de Gendarmería y Prefectura.

No había lugar a medias tintas. O se está en defensa de las instituciones, por la recuperación de la “cadena de mandos” y por la derrota de los efectivos de base, o se los apoya contra todo el régimen político. Esta definición requiere claridad sobre la medida.

¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Es cierto que hubo un intento de golpe, o de desestabilización? ¿O una amenaza a las libertades democráticas? Nada de eso. La protesta no amenazó la “democracia”, ni menos aún las libertades democráticas.
Una lucha salarial…

Todo comenzó contra los descuentos, y luego exigiendo $7.000 de salario. Desde el comienzo, los voceros fueron categóricos: “estamos a favor de la democracia y protestamos en forma pacífica”. Y han dicho más aún: “esta protesta es igual a la de cualquier trabajador”. Lo que ocurre es que el gobierno, en nombre del ajuste que descarga sobre el conjunto de los trabajadores que dependen del Estado a nivel nacional, de las provincias y municipios, ahora golpeó a la base de las fuerzas represivas.

Para contar con recursos para pagar la deuda a los bancos internacionales y los subsidios a sus patronales amigas, tanto nacionales como multinacionales, reduce los presupuestos de salud, educación, justicia. Y ahora también los salarios de los agentes de las fuerzas Armadas y de Seguridad. Los Decretos 1305 y 1307, más allá de excusas, fueron un ajuste. Que, como los agentes rebeldes señalaron, perjudican a los “de abajo” y benefician a las cúpulas. La pérdida salarial fue la “gota que colmó el vaso”, y el conflicto estalló. Es una situación inédita: jamás en estas fuerzas había ocurrido algo así.

…y mucho más

Sin embargo, no es solo el salario. Las declaraciones mostraron otros problemas. El maltrato y la humillación a que los someten sus superiores. El hastío de que los usen para reprimir las luchas obreras, haciéndolos odiados por el conjunto de los trabajadores y el pueblo, es decir, por sus propias esposas, familiares, vecinos del barrio, maestras de sus chicos. La muerte en accidente de 9 agentes luego de movilizarlos para la –frustrada represión a los “Dragones” del Chubut es parte de esta bronca.

La ruptura de la cadena de mandos no es solo por “la plata”. Hay una brutal desconfianza en las cúpulas. El reclamo de una “Comisión negociadora” de las bases para resolver salarios y condiciones de tareas, es mucho más que un intento de sindicalización. Es directamente la ruptura de la cadena de mandos, y la semilla de “outra cadena de mandos”, una representación directa de las bases. Algo inaceptable en um estado capitalista, en que toda la estructura del Estado descansa en la fuerza represiva de su columna vertebral, sus fuerzas armadas.

Mentiras oficiales

El gobierno intentó desacreditar el movimiento. Lo acusó de desestabilizador y golpista, comparándolo tramposamente con los motines carapintadas del pasado. Y que este conflicto “atenta contra las libertades democráticas”. Una jueza de la Corte Suprema declaró: “No pueden manifestar ni salir a las calles armados”.

Pero nada de eso es verdad

Gendarmería y Prefectura son las fuerzas preferidas del gobierno. Ante el fracaso de las policías provinciales, su descomposición y falta de disciplina –existen numerosos sindicatos policiales en formación y las huelgas son frecuentes, apeló a estas fuerzas para contener y reprimir las luchas obreras y populares. Las usó en Cerro Dragón, contra los petroleros y obreros fabriles, contra desocupados y trabajadores estatales y docentes.

Se envió a Gendarmería a suplantar a los policías de Santa Cruz en huelga, como carneros. Y es Gendarmería la responsable del Proyecto X, el servicio de espionaje de luchadores y activistas políticos y sindicales del gobierno.

Hasta ahora, Prefectura y Gendarmería aparecían más aptas, más profesionales y eficientes, para cumplir ese rol fundamental para el Estado capitalista y la defensa de los intereses de empresas y capitales. Cuando funcionan bien, es cuando mejor cumplen su rol represor, es decir, cuando mejor atentan contra las libertades democráticas.

Para eso, necesitan el pleno funcionamiento de la cadena de mandos, la mayor disciplina. Y la confianza –o la combinación de confianza y temor en la superioridad. Este conflicto demuestra que la cadena estaba fracturada. Y ahora es una “fractura expuesta” ante los trabajadores y el pueblo.

La protesta, lejos de atentar contra las libertades democráticas, nos da mejores condiciones a los trabajadores para defender y profundizar nuestras propias libertades, comenzando por nuestro derecho de huelga y reclamo. Y nos hace más fuertes frente a la represión que estas fuerzas seguirán descargando, ahora con menos disciplina y menos confianza interna. Como dijo Julio, un Ayudante de Primera de Prefectura, a Clarín: “hay maltrato, porque los jefes nunca tuvieron compasión…”. Con esa moral, están muy mal para reprimirnos.

Y si lograran imponer su Comisión Negociadora, o sindicalizarse –o continúan la pelea por conseguirlo- esas serán ventajas en manos de los trabajadores. Será un paso en el camino a la liquidación del aparato represivo del Estado. Cuanto menos disciplina, menos Proyecto X y menos represión.

No es cierto que la indisciplina y la insubordinación de las bases fomenta el golpismo. No hay nada más golpista que las cúpulas de las fuerzas Armadas y de Seguridad. Y nunca hubo golpes reaccionarios comandados por suboficiales y tropa sublevada.

Por eso, debemos apoyarlos, reclamándoles a la vez que se nieguen a reprimir. Debemos fomentar su desconfi anza en las jerarquías, su negativa a cumplir órdenes por “obediencia debida”. Y la sindicalización, la unidad con los trabajadores, los lazos con la clase obrera. Una nueva subordinación: como bases de las fuerzas, a las centrales obreras, para enfrentar a sus cúpulas.


El carácter del conflicto

La rebelión fue por salario y condiciones de trabajo. Pero eso no explica sus características, virulencia y profundidad.

Es necesario ver, como telón de fondo, procesos combinados: la caída de la dictadura en 1982, el argentinazo del 2001, las luchas obreras de los últimos años, para comprenderlo. Y también la crisis económica mundial y sus efectos. No alcanza con la rebaja salarial para provocar un conflicto así. La insistencia en clarificar que sus objetivos no fueron desestabilizadores, se explican por el odio popular a las dictaduras, que no deja lugar para la utilización de este conflicto por parte de sectores golpistas.

A la vez, el estallido asambleario y el resquebrajamiento del régimen político producto del argentinazo del 2001, dieron sus características asamblearias al movimiento. Y también explican que un jefe pueda ser corrido a patadas por sus insubordinados, y que la opción de reprimirlos no sea viable. Gendarmería y Prefectura están siendo utilizadas como fuerza policial, porque las policías no son confiables, y las Fuerzas Armadas, en especial el Ejército, están desprestigiados completamente ante la sociedad. La lucha obrera y popular obligó al gobierno a apelar a estas fuerzas para reprimir. Es que los policías son “del lugar” y se les dificulta reprimir a sus propios vecinos, que al otro día los cruzan en la escuela de los pibes o en el mercado. Por otro lado, es parte del intento de prestigiar al conjunto de las Fuerzas, en el marco del cual se envía a Ejército y Armada a participar de operativos de reparto de alimentos en barrios carenciados.

A la vez, la crisis mundial está provocando procesos de ajuste en todos los países. Y como parte de ellos, se dan estallidos similares. En Brasil, Ecuador, Bolivia, hubo en los últimos años huelgas policiales y de fuerzas de seguridad, que tomaron algunos métodos de la clase trabajadora: la huelga, la movilización, el piquete. En España o Alemania, los agentes rasos se movilizan junto a los trabajadores. En nuestro país, delegaciones policiales marcharon junto a los estatales en distintas provincias.

Vienen perdiendo

Todo eso se combina con la desmoralización provocada por el enfrentamiento constante con las luchas obreras y populares. Hace varios años que los usan para reprimir, pero las luchas continúan cada vez más fuertes, y el Estado no logra frenarlas.

De todas ellas, la de Cerro Dragón fue un caso testigo. Fueron movilizados cientos de gendarmes, no pudieron reprimir porque fueron enfrentados por los trabajadores, que con palas retroescavadoras y herramientas de trabajo los hicieron volver atrás. Y cuando volvían a sus casas, después de movilizarse y retroceder, murieron 9 gendarmes en un accidente. En incontables casos, los movilizan para atemorizar, pero si los trabajadores “se plantan”, los gendarmes son retirados. En términos militares “se rinden sin pelear”. Todo esto provoca una gran desmoralización en las fuerzas, una gran desconfianza en las cúpulas y el gobierno.

Mandaron a esas fuerzas a reprimir la lucha obrera y popular, y volvieron “infectadas” por el enemigo que combatieron. Por eso, se reclaman trabajadores, y reivindican los métodos de los trabajadores.

En síntesis, Gendarmería y Prefectura están siendo utilizadas hace años para reprimir y controlar las luchas obreras. Y están siendo derrotadas por la lucha que no cesa. Esta “fractura expuesta” solo puede entenderse por un prolongado ascenso obrero y popular, y el desgaste que está imponiendo a las fuerzas represivas.

Hoy se está dando una lucha clave alrededor de este confl icto. Es una pelea “por la base de las fuerzas represivas”. De un lado, los trabajadores que los derrotamos cuando no logran reprimir nuestras luchas, y ahora queremos que derroten a sus cúpulas. Del otro, el Estado burgués, las jerarquías, el gobierno y todos los partidos del régimen, para someterlos e imponerles nuevamente la cadena de mandos. De allí, la unidad de todos los sectores patronales ante el conflicto.


PTS y MAS: ¿Con la base o con las cúpulas?
Ambos partidos se han ubicado contra la rebelión. Señalan que son instituciones represivas, y que como tales no cambiarán. Es cierto, pero eso no explica su posición ante el actual confl icto.

Dicen que las fuerzas armadas y de seguridad “Solo se quiebran por la acción revolucionaria del movimiento obrero”. Nos parece que los compañeros no ven que detrás de este conflicto está la acción de los trabajadores y el pueblo, que vienen desgastando y provocando crisis y divisiones en las fuerzas represivas, que se “ha metido la lucha de clases en su seno”.

Para poder debatir, es necesario que lleven sus posiciones a lo concreto. Ambos dicen que el triunfo de las demandas solo serviría para fortalecer el rol represivo de sus respectivas instituciones. Que por lo tanto, es una lucha “reaccionaria” y no “progresiva”.

Si eso es así, entonces deben pelear por la derrota de la rebelión, y llamar a la más amplia unidad de acción para enfrentar a los agentes insurrectos.

En ese caso, deben ser directos y claros. Habría que llamar a toda la clase trabajadora a enfrentarlos; a Caló y Yasky, que se han pronunciado en contra, a un paro general para someterlos, obligarlos a subordinarse a las cúpulas y el orden establecido. Si siguen con sueldos bajos, los trabajadores vamos a estar mejor.

El MAS avanza más allá. Dice: “…su acción se está transformando en un planteo que está cuestionando a las autoridades constituidas, con lo cual tiende a adquirir una dinámica que es peligrosa (…) inevitablemente adquiere un carácter político que rebasa el aspecto “reivindicativo” y que tiene que ver con el plantarse de dicho aparato frente al propio régimen de democracia de los ricos desde la derecha”.

Pero un cuestionamiento “a las autoridades constituídas” por derecha y con una “dinámica peligrosa” frente al “régimen de democracia” ¿qué es? ¿Un intento de golpe, una sublevación para imponer un régimen más de derecha que esta “democracia para ricos”?

Ante algo así, los revolucionarios solo pueden tener una política: llamar a la más amplia unidad de acción para enfrentarlo, hasta “con Dios y con el Diablo”. Deberían llamar a una movilización con La Cámpora, Macri, la UCR, Caló y todos ellos, para derrotarlos., y “defender el régimen democrático” contra algo así.



Ejes para un programa

Para disolver el aparato represivo, los trabajadores necesitan dotarse de un programa y una política para las FFAA y de Seguridad. Estos son algunos de sus ejes.

1) Por la inmediata baja, juicio y castigo de todo elemento que actuara durante la dictadura, así como en crímenes de “gatillo fácil”, actos de corrupción o delitos.

2) Plenos derechos sindicales y políticos para tropa y subofi cialidad. Por sindicatos y comisiones con total independencia de jefes y ofi ciales. Por paritarias con representantes electos en la base, y pleno derecho a huelga. Dos requisitos reclamamos a esos sindicatos: pronunciarse contra la represión a los trabajadores y el pueblo, y contra todo golpe o atentado a las libertades democráticas.

3) Por dotar de un carácter antimperialista a las FFAA y de Seguridad. Por Malvinas, por la lucha contra quienes nos saquean y colonizan. Contra la OTAN y los pactos con el imperialismo. Contra los ejercicios conjuntos, y por la retirada de la IV Flota Americana de nuestros mares. Por la retirada de las tropas argentinas de la MINUSTAH, fuerza de ocupación al hermano país haitiano. Gendarmería y Prefectura: a custodiar fronteras y mares, y no reprimir luchas o patrullar barrios pobres.

4) Instrucción militar obligatoria para toda la población, de tres meses, en lugares de trabajo y estudio, bajo control de organizaciones sindicales y estudiantiles.

5) Disolución inmediata de todos los servicios de inteligencia y programas como Proyecto X.

6) Elección por las bases de los jefes militares. Elección popular de los jefes policiales, y control obrero y popular de comisarías y unidades.



El conflicto día a día
4 de septiembre

El gobierno dicta los decretos 1305 (para Ejército, Armada y Fuerza Aérea) y 1307 (para Prefectura y Gendarmería), con el objetivo de ordenar el esquema salarial. Es un ajuste como el que afecta a todos los empleados del estado.
2 de octubre

Los agentes cobran con fuertes descuentos, que afectan más a los escalones más bajos. Los prefectos se concentran frente al Edificio Guardacostas. Hay manifestaciones en Capital, Buenos Aires y Santa Cruz. El Secretario de Seguridad Sergio Berni negocia sin éxito.
3 de octubre

Se suman los Gendarmes, que concentran frente al Edificio Centinela. El gobierno echa a los jefes y retrocede con el descuento. Pero el conflicto continúa, por $7.000 de mínimo. Y exigen una Comisión Conjunta de Negociación, con representantes del personal (algo inédito en las fuerzas armadas y de seguridad). El Prefecto General Norberto Venturini es corrido a patadas por los prefectos. El conflicto se extiende a Córdoba, Santa Fe, Chaco, Mendoza.

Doscientos subofi ciales de la Armada se pliegan y concentran frente al Edificio Libertad, bloqueando la salida de sus jefes. Denuncian que los decretos favorecieron a la alta oficialidad: un Capitán de Navío cobra 24.000 pesos.

En el Congreso, el gobierno y la mayoría de la oposición política patronal votan una resolución por el respeto a las instituciones y la Constitución, enfrentando el reclamo.
4 de octubre

Se endurece el conflicto. Un sector de la Fuerza Aérea protesta frente al Edificio Cóndor. En San Juan, esposas de subofi ciales del Ejército reclaman frente al Regimiento de Infantería de Montaña 22.
5 de octubre

Son sancionados 8 gendarmes voceros del conflicto. El gobierno se juega a desgastar el conflicto.

9 de octubre

El conflicto se enfría, cesan las concentraciones.

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