Por Alejandro Iturbe
A finales de 2011 e inicios del 2012, los pronósticos de los organismos financieros internacionales del imperialismo (OCDE, FMI, BM) señalaban que, luego de la frágil recuperación de finales de 2009 y 2010, la economía mundial estaba desacelerándose y su dinámica abría la posibilidad de una nueva recesión. En ese momento, coincidimos con ese diagnóstico y lo ubicábamos en el marco de la crisis económica más profunda abierta en 2007.
Los organismos internacionales alertaban que esta dinámica podía verse rápidamente acentuada y dar un salto si se producía un "acontecimiento negativo mayor en la zona del euro”.
Es decir, si Grecia rompía con el euro luego de las elecciones de mayo
pasado, por las consecuencias que esto tendría en Europa y en el mundo.
Al
mismo tiempo, se confirmó plenamente la tendencia a la desaceleración
de la economía mundial. Esta tendencia se ha acentuado en este año,
aunque no dio un salto. Es decir no podemos caracterizar la situación
económica mundial de conjunto como una recesión. Pero estamos más cerca
de ella y yendo en esa dinámica. En este marco, veamos la situación de los diferentes sectores:
Europa: el polo más débil
Europa
sigue siendo el polo imperialista más débil. La UE estuvo
“oficialmente” en recesión a largo de casi todo 2012. Las situaciones
específicas van desde la depresión griega (el PIB cayó 25% en los
últimos años, una cifra mayor que la caída de Argentina en 1999-2002),
pasan por la “recesión profunda” caracterizada por el Banco Centra
Español y también en Portugal, al muy pequeño crecimiento alemán (se
estima que este año será de 0,9%).
Pero
la dinámica es que la situación tiende a agravarse y a expandirse desde
los polos más débiles a los más fuertes. Por ejemplo, Alemania creció
sólo 0,2% el tercer trimestre de 2012, Gran Bretaña ya entró en recesión
y hasta los países más “sanos” financieramente, como Bélgica o Austria,
registran crecimientos nulos o negativos. Esta dinámica tenderá a
acentuarse en 2013. Seguramente, se combinará con las crisis políticas
de diferentes gobiernos por su desgaste en la aplicación de planes de
ajuste cada vez más duros, y las luchas crecientes de los trabajadores,
cada más unificadas a nivel del continente, como indicó la jornada de 11
de noviembre pasado (11N).
EEUU también se frena
La
economía de EEUU también está frenándose. En 2012, se estima un
crecimiento de 2% (contra los picos de 3% logrados en 2010 y parte de
2011). En el tercer trimestre hubo, además, un fuerte freno de la
producción industrial. Aún no es recesión pero sí lo que Noiuriel
Roubini llamó “crecimiento anémico). Estructuralmente, la burguesía
imperialista estadounidense está mejor que la europea: la productividad,
la tasa de explotación y la tasa de ganancia han mejorado bastante.
Pero no hay una oleada inversora sostenida. En otro materiales,
analizamos que eso se debía a la combinación de varios factores, entre
ellos, la crisis de dirección del imperialismo (iniciada por la derrota
de Bush y no cerrada por el primer gobierno de Obama), por un lado, y
las tendencias parasitarias y especulativas más estructurales de esa
burguesía, por el otro.
La
crisis de dirección puede empezar a resolverse con la elección de
Obama. Pero su próximo gobierno deberá necesariamente pactar su política
con los republicanos en el Congreso (es además lo que pide la burguesía
yanqui). Esto dará un “plan de ajuste amortiguado”, exigido además por
el “abismo fiscal” (obligación legislativa de reducir los gastos del
Estado votada este año por presión de los republicanos), matizado con
algún aumento de impuestos a los ricos y algunas concesiones menores a
las masas. Este tipo de plan (reducción del gasto estatal) tendrá
necesariamente un efecto recesivo.
China lo mismo
China
también está desacelerándose. Por un lado, continúa acumulando
problemas estructurales como la inflación y el alza de salarios que
erosionan su competitividad. Por el otro, la revaluación de su moneda
(el yuan) también actúa en este sentido pero, a la vez, es considerada
insuficiente por el imperialismo que presiona por una mayor.
A eso debe sumarse que varias de sus ramas centrales tenían una situación de superproducción. En el curso de la crisis, el país mantuvo su crecimiento con una política de tipo keynesiana (crédito barato y gasto público) que ahora parece estar llegando a su límite, erosionada por la disminución de las inversiones extranjeras (especialmente de Europa) y por la tendencia a la caída de las exportaciones.
Aunque
su peso en el crecimiento de la economía mundial sigue siendo muy alto,
lentamente, va dejando de ser un “motor alternativo”, lo que se acentúa
con la desaceleración que también vive la India. Eso impactará sobre
ciertos países exportadores de materias primas,.
Malos vientos para Latinoamérica
Un
elemento nuevo es que la crisis comienza a entrar, más o menos
aceleradamente, en países exportadores de materias primas que hasta
ahora, salvo una caída en 2009, casi no habían sentido la crisis
internacional.
Es
el caso de Argentina y Brasil. En Argentina, la crisis ya impacta, la
economía prácticamente no creció entre el segundo y el tercer trimestre,
y la industria ya está retrocediendo, por el freno de las exportaciones
a Brasil. Esto desnuda y agrava problemas estructurales como la alta
inflación (25 a 30% anual), el déficit energético y el alto gasto en
importaciones que genera, el creciente déficit fiscal, etc. Esto ha
obligado al gobierno de Cristina Kirchner a buscar avanzar con duras
medidas de ajuste, como los ataque al salario y a las condiciones
laborales de los empleados públicos y también al aumento de tarifas de
los servicios. Lo que genera una fuerte respuesta de los trabadores,
como evidenció el reciente paro nacional y las movilizaciones del 20 de
noviembre.
La
economía de Brasil también está frenándose aceleradamente. Disminuyen
las exportaciones de minerales a China y Oriente, y las de productos
industriales a Latinoamérica. La política de incentivos al mercado
interno, a través de la reducción de impuestos al consumo, está llegando
a su límite. Al mismo tiempo, la devaluación del real y la baja de la
tasa de intereses, que estratégicamente favorecen a la industria y a las
exportaciones, han provocado en lo inmediato una disminución del flujo
internacional de “capitales rápidos” al sistema financiero y, con ello,
el freno de un elemento que actuaba como impulsor del comercio y la
economía en su conjunto.
La
situación fiscal del país (deuda pública) y su relación con el
presupuesto es mala y, si se acentúa el deterioro de la economía, va a
comenzar a pesar cada vez más. La inflación es mucho menor que la de
Argentina (5%), pero es real e impacta sobre la economía popular. Aunque
de modo más amortiguado que su vecino, también hay ataques a los
trabajadores estatales, un achatamiento del salario mínimo y se preparan
ataques más fuertes en el sector privado a través de la posible
aprobación del ACE (derecho de las empresas y sindicatos de rebajar a
nivel de empresa los convenios salariales y laborales nacionales). Se
preanuncian así, nuevas y más fuertes luchas.
Fuente: Mas cerca de la crisis- LIT CI
Fuente: Mas cerca de la crisis- LIT CI
No hay comentarios:
Publicar un comentario